Los arquitectos se inspiraron en los modelos grecorromanos: columnas y pilastras con los órdenes griegos ( dórico, jónico y corintio) y romanos ( toscano y compuesto), así como Arcos de medio punto, frontones, cornisas y cúpulas.
Las iglesias recuperaron la planta centralizada (cruz griega o circular), aunque se continuó utilizando la planta de cruz latina con tres naves. Filippo Brunelleschi y Leon Batista Alberti fueron los principales arquitectos del Quattrocento.
En el Cinquecento, los edificios alcanzaron una mayor monumentalidad y robustez. El mejor ejemplo es la basílica de San Pedro del Vaticano, en la que intervinieron Donato Bramante y, más tarde, Miguel Ángel, quien construyó la gran cúpula.
Basílica de San Pedro del Vaticano
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