Las necesidades de una población en aumento estimularon la actividad comercial. El comercio terrestre se revitalizó y por los caminos de Europa circulaban las sedas italianas, la lana de Castilla, los paños de los Países Bajos e Inglaterra, los metales alemanes y los vinos franceses.
Las rutas marítimas del Mediterráneo, el Báltico y el mar del Norte retomaron su actividad comercial. A través del Meditarráneo, llegaban a Europa las especies de Oriente, tan necesarias para conservar los alimentos: canela, nuez moscada, pimienta...
Esta expansión del comercio incrementó la producción artesanal, el desarrollo de las manufacturas y el crecimiento de aquellas ciudades que eran puertos marítimos y fluviales importantes.
Comercio de las especias
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